POR DIOS NO DISPAREN, SOMOS MAESTROS!

Georgina Deluque, directora del CEIR #6 con 25 docentes, 2 conductores y yo, emprendimos ayer en la mañana el viaje hasta Maimajasay, comunidad indígena donde está ubicada una escuela del mismo nombre. Los maestros fueron a evaluar a los nuevos alumnos, entregar las guías educativas y los kits escolares y alimenticios, yo fui a entregar unas pocas donaciones y a terminar de recoger evidencias para un trabajo periodístico sobre migración pendular. Para el traslado del numeroso grupo fueron necesarios 2 vehículos, uno tipo burbuja y un camión 350.

Cuando llegamos a la sede educativa, la directora del CEIR #6 no esperaba encontrar tantos padres de familia, sólo estaban citados los niños a evaluar y los beneficiados de los pequeños mercados y los morrales con sus útiles escolares pero habían muchos más. La directora les dio una larga charla, conciensandolos sobre la necesidad de cuidarse de la pandemia y el poder transformador de la educación. Luego, en cada aula, los docentes evaluaron a los nuevos alumnos, atendieron el proceso de matriculas y procedieron a las entregas.

Yo había llevado un poco de ropa nueva que me habían donado y quise entregarla en la comunidad porque conozco las múltiples necesidades que deben enfrentar los niños y sus familias, no era la primera vez que visitaba la institución. Cumplido el objetivo de los docentes y luego de escuchar el drama de muchos de los padres que deben hacer largas travesías de una frontera a otra para que sus vástagos estudien, emprendimos el viaje de regreso. La 350 venía adelante y la burbuja con la directora, 3 docentes, el conductor y yo veníamos detrás, nos quedamos rezagados porque nos detuvimos a comprar nísperos los cuales veníamos repartiendo cuando nos alcanzamos al camión, no había nadie y las puertas estaban abiertas de par en par, lo que alarmó a la directora que preguntaba en voz alta una y otra vez, donde está la gente? mirábamos a todos lados, cuando estuvimos pegados al otro vehículo, se cerraron las puertas y salieron 5 hombres jóvenes y delgados armados con 4 pistolas y un revolver.

Los delincuentes abrieron las puertas del vehículo identificándose como miembros del frente 19 de las FARC, no se si esto sea verdad o no, sólo vimos muchachos armados, no portaban uniformes y de los 5, 4 eran Wayuu y 1 alijuna con acento venezolano, pidieron los teléfonos de todos y la plata, la directora les pedía en nombre de Dios que no nos apuntaran que éramos maestros. Yo venía del lado de la puerta y uno de los delincuentes me pidió mi teléfono, por los nervios no lo encontraba en la mochila, por lo que me apuntaba muy de cerca, el muchacho sin dejar de amenazarme con disparar me obligó a bajar del carro y con la pistola me desguindó la mochila del hombro y luego me la puso en el cuello para que me quitara la cadena, por los nervios no podía quitármela y me amenazó nuevamente con disparar, cuando la tuve en la mano dispuesta a entregársela, me gritó que me quitara de la puerta, se subieron al vehículo ajeno y aún cuando ya habían emprendido la huida, amenazantes sacaron sus armas con la intención des disparar, aún me retumban los gritos de la profesora Georgina, que como blanco humano les decía: «por Dios, no disparen, somos maestros».

Carro donde se movilizaban los maestros, hurtado por delincuentes en zona rural de Maicao

Cuando creímos que había pasado el peligro, avanzamos hasta el camión buscando a los profesores que en el se transportaban, quienes al escuchar la voz de la directora, se levantaron, los ladrones los amenazaron y los obligaron a acostarse en el piso del camión mientras esperaban a «la burbuja roja de placa amarilla». Con uno de los pocos teléfonos que por la prisa no alcanzaron a llevarse, ubicando una rayita de señal, llamaron al 123 de la policía, quienes poco después con la guía de un buen samaritano, llegaron hasta el lugar y aunque renuentes a dejarnos en el lugar, con dos sobrinos del dueño del vehículo robado quienes al conocer el hecho también acababan de llegar, se fueron en búsqueda de los ladrones. También se llamó al ejército pero nunca llegó.

No podíamos regresarnos en la 350 porque los delincuentes dañaron el sistema eléctrico, bloquearon el timón y botaron las llaves en la densidad del monte, entrada la noche, llegaron familiares de la directora y dos de las maestras. Los ocupantes de automóvil viejo de placa venezolana, que traía un carro aún más viejo para vender como chatarra, ayudó al camión varado, a cambio de que halaran hasta Maicao, el inutilizado automotor. Emprendimos el viaje de regreso queriendo dejar la pesadilla vivida atrás, pero ésta todavía no terminaba.

Al pasar por las cabuyas, (peajes artesanales hechos por los Wayuu para cobrar el paso), los padres y los niños, que conocían el hecho, nos dejaron pasar sin exigir dinero, pero cuando nos tocó un portón de madera, fuimos vilmente extorsionados por los mismos miembros de la comunidad de Wanapaimana, que exigían 300 mil pesos para dejarnos continuar nuestro camino, una de las mujeres estuvo dispuesta a agredir a las maestras que desesperadas les explicaban que nos habían robado, no entendían razones, sólo querían el pago porque ese era su territorio. No se como subsanaron el impase, estaba anestesiada ante los gritos y el terror y la ironía de ver la indolencia de esas personas.

Con alivio vi que aunque agresivos nos permitieron el paso, pudimos llegar a la entrada de Maicao, ya se veían las luces del pueblo a lo lejos y en la entrada de Puipuren, cerca a la institución educativa Madre Laura, un wayuu en estado de embriaguez se atravesó en el estrecho camino cobrando el «peaje» al que según él, tenía derecho porque su etnia se lo permitía. Llamaron a la policía, escribieron a los números de la Red de Participación Ciudadana, no se como terminó todo, porque el carro donde yo venía como estaba atrás, alcanzó darle reversa y por otro camino me llevó hasta mi casa.

Miento si digo que tuve miedo, lo que sentí fue terror que regresaran luego de revisar la mochila y vieran los carnés que me identificaban como miembro del Colegio Nacional de Periodistas o directora de éste medio informativo, afortunadamente no regresaron.

Llama poderosamente mi atención el hecho que aunque en días pasados en un consejo de seguridad en Maicao, anunciaron el arribo de 5 pelotones para aumentar los patrullajes en zona urbana y rural, especialmente en zona de frontera; ni de ida, ni de venida, vimos un solo soldado, no se si sólo están para patrullar el centro o cual frontera vigilan, porque Maimajasay es jurisdicción de Maicao y es frontera con Venezuela, lo otro es que un militar adscrito al GAULA me respondiera que en los cobros que nos hicieron en los portones, el pago era voluntario y no era considerado extorsión, era parte de la cultura, lo que me lleva a otro interrogante: hasta cuando van a basarse en la cultura para permitir a unos pocos hacer su voluntad y perjudicar a otros y que las autoridades se escuden en los usos y costumbres para no hacer nada?.

Los dueños de los portones cobran el derecho a pasar por su territorio pero no garantizan la seguridad, conozco al derecho y al revés la cultura Wayuu y nada pasa en una comunidad sin que las autoridades tradicionales lo sepan, nadie pregunta donde están los ladrones porque todos saben en que zona los encuentran, lo que si se preguntan las víctimas de ésta canallada es donde están los 5 pelotones del ejército, bien gracias y por la casa?

De nada sirven este tipo de anuncios sin resultados y si alegan que no tienen vehículos para patrullar entonces a que vienen?

Los atracos en las caminos y vías que conectan con Maicao, son de tiempos ancestrales, nosotros ayer «la sacamos barata» muchos son los muertos por la canallada de unos pocos, infinidad de personas han quedado lisiadas de por vida por culpa de los salteadores de caminos durante años. Anoche asustados, vulnerados, atracados e indignados pudimos llegar a nuestras casas, otros no pudieron hacerlo pero hasta cuando?.

No me duelen que me hayan robado mi teléfono, que es una de mis principales herramientas de trabajo, ni la billetera con mis documentos y 80 mil pesos que llevaba o la mochila que además de ser de una gran calidad, costaba más para mi por el valor sentimental, me indigna que se haya violentado a unos maestros comprometidos con su labor y con sus estudiantes. La educación es el pasaporte al futuro, a una buena calidad de vida y a mejores ciudadanos. Los bandidos no sólo están sembrando el terror en las vías rurales, están poniendo en riesgo el derecho a la educación de varios cientos de niños, niñas y adolescentes que no sólo deben enfrentar el hambre, el abandono estatal y la pobreza, hoy pueden quedarse sin escuela por la falta de garantías a la vida de los maestros. En los teléfonos que se llevaron iban las evidencias del trabajo hecho por los maestros que no van a servir de nada a esos delincuentes.

Me surgen más interrogantes entre ellos, como el ministerio de Educación amenaza con sancionar a los maestros que no cumplan con la alternancia, cuando no son capaces de conocer las realidades que enfrentan los docentes en el cumplimiento de su deber en tierra de nadie, para mi fue una horrible experiencia, pero ésta es la cuarta vez que varios de los profesores son violentados en la zona y es tan delincuente el bandido armado como el que conociendo la situación no actúa.

En la zona de la «Y» salen tres caminos uno que va hasta «el portón negro» y La Majayura, otro hasta Paraguachón y el que conduce hasta Maicao, los atracos son de tiempo ancestral como el territorio que si alguno de la etnia consideraba que los que vivimos la amarga experiencia, con nuestro comportamiento violentábamos su cultura, nos hubiera tocado pagar la falta, pero quien nos paga a las víctimas de esos canallas, el ultraje, las amenazas y el terror al que nos enfrentaron? Donde están nuestros derechos? He escuchado comentarios como «por qué llevaba un teléfono así para esa zona?» o por qué los maestros no trabajan desde casa? o que teníamos que ir a buscar allá? o el que «nos lo buscamos», eso preocupa aún más porque se ha normalizado la violencia y el delito. Tampoco veo como excusa el hambre o la pobreza, el dañar a otros no tiene justificación alguna.

Sólo falta que victimicen a los atracadores con el cuento de los usos y costumbres y tiranicen a las víctimas. Ayer fue un nutrido grupo de maestros en su mayoría Wayuu, que no se conforman, que luchan por brindar una educación de calidad a niños que quieren estudiar y ven en la escuela su refugio, pudieron quedarse en sus casas pero prefirieron ir hasta la escuela porque más que maestros, son la esperanza de esos niños y sus familias.

Me quito el sombrero ante la rectora y los maestros del CEIR #6, admiro su labor, su compromiso, entusiasmo por enseñar a unos niños que lo necesitan, ayer, mucho antes del atraco masivo, Georgina Deluque con vehemencia y pasión, le decía a los padres de familia que educaran a sus hijos, que se podía salir adelante, que no se dejaran vencer por la adversidad, que lucharan por la educación de sus vástagos y aún después del trago amargo, los maestros no perdieron el entusiasmo, estaban apoyando, brindando consuelo y ánimo a los que estábamos más nerviosos.

Me conmuevo hasta las lágrimas al recordar el gesto de un niño que venía a pie con su bolsita del PAE y su morral nuevo y al ver lo sucedido, dejó su carga a un lado y recogió lo que los ladrones tiraron en su huida: unos nísperos, papeles y mi tapabocas que había quedado en el arenal, el cual sacudió con mucho cuidado y ternura y me lo entregó, hoy pienso en que no todo está perdido pero como unos cuantos malandros desalmados no sólo roban teléfonos, bolsos y carros, les están robando la posibilidad de un mejor futuro no sólo a los niños de los alrededores de Maimajasay, también a niños Wayuu venezolanos que anhelan estudiar. Dice un lema del Ejército Nacional, si, ese que nunca llegó, que «los buenos somos más», pero los malos que son menos, están armados y escudados por la negligencia de las instituciones.

No escribo esto para ponerme como mártir porque no lo soy, aquí los héroes son la rectora del CEIR #6 y sus maestros que dan todo por sus alumnos, así los ataquen, así los acusen injustamente, así les den la espalda; si visibilizo el hecho es para que no haya una repetición y para que entre todas las autoridades busquen una salida para que los bandidos no sigan robándose la tranquilidad de los buenos, el derecho a los docentes de educar, a los niños de aprender y a todos el poder transitar libremente por nuestra tierra, no de unos pocos, de todos, aunque salgan a refutarlo con argumentos culturales que nada tienen que ver con el hecho que hay delincuentes Wayuu por la complicidad compartida de su misma etnia y quienes deben combatirlos.

Momentos cuando efectivos de la policía llegaron al lugar donde fue el atraco masivo

2 comentarios sobre “POR DIOS NO DISPAREN, SOMOS MAESTROS!

  1. Doy gracias a Dios por su gran amor y misericordia y pudo sacarlos con bien a todos, lo material se recuperará en un futuro no muy lejano. Dios te bendiga y te proteja siempre

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